lunes, 28 de septiembre de 2009

Los Imbatiables I - Domingo "El Zurdo" Chacón

Nadie ha tenido la recta tan dura como Dominguito Chacón. Y, modestia aparte, pocos como yo estaban en condiciones de parársela, sobre todo en sus años juveniles. Agachado ante él pasé los más maravillosos momentos de mi vida. A pesar de las odiosas y envidiosas miradas del resto de los presos y los guardias de la cárcel de Agüica, en Matanzas, Cuba, donde estuve cumpliendo condena por peligrosidad y juego ilícito en los años 60 del pasado siglo.
Nadie ha tenido tampoco tanta bondad en su alma como ese chico habanero que, cualquiera sabe por qué, se cruzó en mi camino en un período muy dificil en mi vida. Yo había llegado a Agüica, tras un infame juicio realizado contra mí y otros 11 miembros del club de pelota "Los Panteras Negras del Yumurí" del barrio de Versalles, bajo la acusación de permitir que los aficionados que se reunían a ver los encuentros beisboleros que realizábamos casi a diario en el barrio apostaran dinero y otros artículos (algunos personales y otros no) sobre los resultados y desarrollo de cada partido. Fue una gran injusticia, aparte de un juicio tendencioso y sin respeto por los más mínimos derechos a la defensa por parte de los acusados. Pero eso es tema para otro momento.
Dominguito por su parte había llegado a la carcel de Agüica egresado de la UMAC, los campamentos de Camagüey, adonde había sido destinado a cumplir su servicio militar, ocupando el cargo de instructor ideológico y donde se dedicaba a realizar círculos políticos exclusivos para artistas y/o homosexuales que habían sido enviados a esos “campamentos” para su “reformación”.

Domingo "El Zurdo" Chacón

El día que entré en prisión, condenado a 2 años de privación de libertad (luego se convirtieron en 8 debido a frecuentes altercados con otros convictos y algunos guardias que lanzaban acusaciones falsas y agredían mi honra) fue Dominguito quien rellenó mis datos, recogió mi pertenencias y me llevó a las duchas, donde me hizo desnudarme para aplicarme “el manguerazo”, o sea, un baño con manguera de agua de alta presión.
Yo conservaba, en la parte alta del muslo derecho, la marca morada de un pelotazo recibido en un reciente juego, y Dominguito se percató de ello y me preguntó si me habían maltratado durante el traslado a prisión. Pero al contarle mi afición por la pelota y mi desempeño como catcher sus ojos se iluminaron mientras me contaba de sus condiciones extraordinarias para el picheo, dando comienzo a una amistad que perduró hasta el día de su trágica muerte. Curiosamente fue ese mismo día de nuestro primer encuentro que se sentaron las bases para la tragedia que acabó con su vida. Ya al corriente de la verdadera razón del morado aquel en mi entrepierna, Dominguito, con su gran corazón, fue a buscar una pomadita que él tenía para quitar dolores y al regresar se agachó ante mí, me la untó en el sitio y alrededor del golpe y comenzó a frotar con su mano izquierda (era zurdo), suavemente para que no me doliera. Lamentablemente en ese momento entraban en las duchas el resto de los condenados recién llegados, cada uno con el guardia que lo atendía. Hubo un silencio ensordecedor, durante el que solo se escuchaba una gota que caía insistentemente de la manguera que sostenía Dominguito con la mano derecha.
No voy a extenderme en las consecuencias de aquel suceso. En mi perfíl hago referencia a la manera en que murío, más de siete años después, ese gran hombre y excelente pitcher.
La carcel de Agüica, con su equipo de pelota "Los Viriles de Agüica", se convirtió en la vencedora constante de los campeonatos Intercarcel 63, Intercarcel 64, Intercarcel 65 e Intercarcel 67 (el día antes de la final de Intercarcel 68, escapamos Dominguito y yo sin detenernos hasta llegar a Miami). Domingo "El Zurdo" Chacón, con su picheo en la lomita y yo como catcher tras el cajón de bateo constituíamos un binomio imposible de derrotar, siendo los abanderados del equipo conformado entre presos y guardias de la citada prisión: "el dúo imbatiable".
Dominguito preparó nuestra escapada con todo detalle. Nada nos pudo detener.
Le debo muchas cosas, y entre ellas dar a conocer esta historia, su historia, nuestra historia. Y como homenaje a él lo haré poco a poco, contando en este blog cada detalle.
Por ahora, prefiero detenerme y hacer público que este blog es un homenaje a su persona, a la persona de Domingo Chacón.

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