jueves, 1 de octubre de 2009

Los Imbatiables II - Tiradas en el bote

El día que escapamos de Cuba, Dominguito y yo echamos en el bote, además de agua, pan, los dos litros de café y el caldero de congrí que nos había preparado Yeyo el Gordo en la cárcel, un juego de llaves inglesas de lo más bonito, con todas las piezas bañadas en oro que había heredado él de sus abuelos, y el tesoro mayor: la pelota conque habíamos ganado el campeonato Intercarcel 67, esa que aparece en la foto.
Durante la travesía estuvimos a punto de perderla, pues aburridos, en medio de una calma chicha de mas de 5 horas y sin apenas fuerza para remar, nos pusimos a hacernos tiradas en el bote. Esas cosas son peligrosas, pero nos divertíamos y conseguíamos matar el tiempo, hasta ver si aparecía algún guardafronteras americano y nos recogía... El caso es que, como es de suponer, la pelota cayó al agua. Siempre he escuchado la historia de los tiburones en esa zona del estrecho de la Florida, pero no podía permitir perder aquella especie de amuleto que tantos buenos ratos nos había procurado. Me tiré al mar a buscarla...
Los tres dedos que me faltan en la mano derecha los perdí ese día. Pero rescaté la pelota. Podía haber muerto desangrado, pero felizmente apareció, al cabo de la media hora, el yate con la familia americana que nos rescató.
Esa noche ya estaba en recuperación. Y , como pueden ver, la pelota está aun conmigo. Dominguíto le ponía velas todas las noches porque decía que esa pelota tenía poderes, y que fue ella quien realmente me salvó del ataque de aquellos dos tiburones.

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